Un porteño en Tepoztlan
Acabo de cumplir 70 años y los festejé en Méjico. Unos días mimado por hijos y nietos a orillas del Caribe , otros tantos en medio del monte tepozteco en un clima de realismo mágico que envidiaría García Márquez.
Conocí junto a mi esposa, la casa de mi hermana enclavada entre el verde y el risco , los manantiales , la bruma y el misterio. Una maravilla en desniveles, donde todos son escalones hacia lo inesperado.
Desde la ventana de mi cuarto miré incrédulo el acantilado de 30 metros desde el que rodó Gonzalo – mi sobrino – a los 8 años, caída de la que sobrevivió con apenas una fractura.
Me dormí cada noche con el rumor de la cascada , visité a nuestra vecina que vivía “detrás de la pared” – una piedra chata de gran porte que escondía aún una altura mayor a investigar.Comí exquisiteces preparadas por manos sabias de siglos, recetas de nombres que no podría reproducir.
Charlé con personas también ellas de condiciones exóticas : artistas , terapeutas alternativos, yoguis, ex guerrilleros…Anduve en auto por las empinadas callejuelas , a los tumbos entre las piedras, resbalando sobre las humedades estacionales, anunciando el próximo recambio del caño de escape .
Conocí un auténtico chamán, personificación de todo el conocimiento atávico, solucionador de conflictos, protector de los pobres, enfermos, desvalidos. Tan respetado como resistido por sus insondables poderes. Un cincuentón muy simpático, con ojitos luminosos y andar de gnomo.
Estar tan cerca de la naturaleza no implicó, sin embargo, renunciar a la modernidad. Internet de banda ancha mediante, pude compartir nuestras andanzas con Gonzalo, quien desde Buenos Aires gozaba con nuestro permanente asombro.
Pocos días para muchas emociones inolvidables.
BALLET TEATRO DEL ESPACIO
Centro de Salud y Nutrición Infantil SAN JUAN TLACOTENCO
Luna Nueva A.C.
